Cuando Cine
Minga llegó a mi vida, existieron muchos miedos, preguntas, dudas, que en
algunos momentos me incitaban a dar un paso atrás. Pero la vida siempre te
da sorpresas y muchas son como un flotador que te libera del ahogo de una vida
simple, que día a día te arrastra a ser a uno del montón.
"Gustavo"
me permitió reír y mucho, con sólo recordar ese "curioso" pantalón sapote con esa decorativa camisa
rosa y el maquillaje que la maravillosa BONY logró, dije ¿porqué no? Solo el ensayo me dio el valor para que toda
duda y todo miedo se fueran volando ya que
también fueron muchas las personas que me decían que yo no sería capaz. Pero
afortunadamente escuché a los que dijeron que sí podía. Claro que esto sucedió
principalmente cuando observé cómo se trabajaba, quienes estaban involucrados y
yo, pues claro, sin ninguna duda dije “Quiero aprender, saber más de esto de
hacer cine”.
Hoy al despertar preparándome para un nuevo
día de labores cotidianas, veo a mi pueblo con más cariño, noto su verdadera belleza,
no sólo la de sus verdes montañas limitadas por el azul cristalino que cobija
nuestra presencia en este mundo, sino también la belleza de su gente que
trabaja duro por su familia.
Todo ese
esfuerzo que hicieron los cinemingueros,
junto a la valiosa colaboración de los Timbianos, me hizo dar cuenta que
Viacrucis fue una gran apuesta en que se
dio todo y ahora que ya se ven los resultados, se brinda con una gran copa de
orgullo y satisfacción por haber sido y seguir siendo parte de este maravilloso
ideal.
Dicho esto,
ya sólo queda dar infinitas gracias a Dios, a Harold, doña Gloria, Elizabeth,
Ariel y todos los que aportaron un pedazo de sus sueños, para lograr el sueño
de todos.
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