Por Harold De Vasten (Guionista, montajista y Director)
Siempre que Ariel Martínez y yo nos sentamos a conversar y a divagar con tantos planes y proyectos culturales, disfrutando el dulcísimo sabor de los sueños convertidos en imágenes palpables, el tiempo se funde y se derrite a nuestros pies y quedamos patinando como desquiciados al volver a la tierra firme. Y es que compartimos la pasión y el deseo de sumergirnos en historias, en quedarnos a vivir eternamente en los encuadres de una toma, de una secuencia que inicia a la voz de la acción, en la búsqueda de ser los instrumentos, las herramientas prestas que evidencian una ilusión, una idea, una historia, un clamor inmediato.
Alimentados por este amor, emprendimos la aventura, armados de los sueños y de la convicción irrefutable de que somos habitantes privilegiados de un país tan rico y tan diverso, una nación colmada de fabulosas leyendas, de una cultura hermosa que aún rodeada de la perversidad de la ambición y la corrupción de ciertos bichos sempiternos, brilla cada día y se erige ante un sol hermoso y un horizonte fascinante de únicos colores.
Allí, en los pueblos, en el más profuso rincón de nuestra linda y sufrida Colombia, la verdadera riqueza no está en el oro y las bondades naturales que los poderosos se amañan en usurpar y explotar en ese saqueo perverso y cobarde de tiempos inmemoriables; el más puro e inagotable manantial está en la narrativa, en las fibras íntimas del sentir de un viejo, en los cánticos de una lavandera, en los susurros de un loco o en las pequeñas letras que escribiera un niño sobre su barco de papel.
Cine minga Colombia nace como ese manifiesto que pretende rescatar ese lenguaje, esa voz que nadie escucha en el olvido y entre todos, llenarla de colores, secar el llanto de sus ojos, limpiarle la cara y los cachetes con agua fresca e imbuirla de sentimiento, de arte, de luz, de música.
Después de vivir en carne propia ésta mágica experiencia, no queda más que agradecer a todos esos visionarios que dejando a un lado los afanes de sus vidas, viajaron dispuestos a erigir una bandera y con una irresponsable voluntad avanzar hacia la cima. A esos grandes y pequeños Quijotes que con el estandarte de su sonrisa comformaron nuestro equipo y entre la lluvia y el cansancio caminaron a nuestro paso, acompañándonos en esta dulce y sustentable locura. A nuestras familias, su abnegación silenciosa y a veces murmurante de vivir un día a día entre agridulces sazones y desazones. Y de la misma forma, a esas bellas y amables personas que hicieron de su tierra, Timbío, nuestro hogar, nos acogieron y trabajaron hombro a hombro a la par de nuestras ansias.

No queda más que alzar la voz y contagiar a otros, de esta bendita, necesaria y urgente enfermedad, que nos exige trabajo, paciencia, tolerancia, tezón, sacrificio y mucho amor, pero que al final nos colma y nos embarga de una apasionante e inagotable felicidad.
Gracia a Dios por CINE MINGA!!
Y a rodar!
La locación es Colombia!!
Harold De Vasten.
Co-fundador de CINE MINGA COLOMBIA

No queda más que alzar la voz y contagiar a otros, de esta bendita, necesaria y urgente enfermedad, que nos exige trabajo, paciencia, tolerancia, tezón, sacrificio y mucho amor, pero que al final nos colma y nos embarga de una apasionante e inagotable felicidad.
Gracia a Dios por CINE MINGA!!
Y a rodar!
La locación es Colombia!!
Harold De Vasten.
Co-fundador de CINE MINGA COLOMBIA
¡Qué maravilla!... ¡Felicitaciones!... BENDICIONES
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